dedesestabilizadores

Qué inquietante es ver lo fácil que se puede desestabilizar este país. Basta con que un pequeño sector de la población se organice, para poner al resto patas arriba. No me malinterpreten: no estoy en contra de las organizaciones civiles, los movimientos sindicales, ni nada por el estilo.

Lo que me preocupa de estos casos, particularmente el del reciente paro de transporte pesado, es lo difícil que es llegar a un consenso. ¿Quién tiene la razón? Los transportistas merecen mejores condiciones de trabajo, los empresarios dependen de ellos para movilizar sus productos, la municipalidad reclama su autonomía y el gobierno central no puede quedarse de brazos cruzados. Por último, estamos los capitalinos que circulamos, ya sea en carro o camioneta, por las estrechas calles de la ciudad y que estaríamos muy agradecidos si se nos permitiera no pasar la mitad de nuestra vida atrapados en los empbotellamientos de las horas pico.
En esta ocasión faltó que la Iglesia Católica participara en las negociaciones. Tal vez si lo hubiera hecho, o si todos rezamos con suficiente fe, un día de estos nos despertaremos en una nueva ciudad, celestialmente diseñada, con calles grandotas y un montòn de pasos a desnivel.

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