«Después de la espera de largas horas (¿meses? ¿años?), a la multitud no le quedó otra opción sino saltar y cantar a gritos Cuando me hablas, canción del nuevo álbum que fue mejor aceptada en vivo que en la radio.»
Desde mi primer turno en la radio, me preguntaron ¿Qué onda con Bohemia? Un año y meses después, la respuesta. Ya tengo el disco, pero le dejo la crítica a los críticos.
Reseña publicada originalmente en la revista digital de El Circo del Rock. (Primera cobertura con mi acreditación de prensa de El Circo. De la emoción ni me percaté si el sonido en Mundo E estuvo bueno o malo).
En otras noticias, en la mañana salí en un programa juvenil de televisión abierta con la mara del Carnaval de El Circo del Rock.
Noche de Bohemia
El estacionamiento de Mundo E se llenó antes de lo esperado. Mientras muchos tuvieron cientos de razones para quedarse en casa, otros miles se agolparon en Mundo E el 29 de septiembre para la presentación de un disco que dejó de llamarse Sin temor y sin pena, quién sabe cuándo, para titularse con el nombre de la misma banda: Bohemia Suburbana
En una noche dedicada en gran parte a la nostalgia, Tavo Bárcenas tuvo a bien abrir el concierto. Donde otros hubieran fallado, el cantautor logró prender a los asistentes echando mano de canciones de Dharana, su anterior agrupación, y de sus éxitos como solista. Cuando la mayoría había ingresado a las instalaciones, un par de personajes salieron a presentar el acto principal, no sin antes dar sus anuncios y obligadas menciones comerciales.
En una jugada inteligente, los bohemios iniciaron la velada con Cuando me hablas. Después de la espera de largas horas (e incluso años), a la multitud no le quedó otra opción sino saltar y cantar a gritos esta nueva canción que fue mejor aceptada en en vivo que en la radio. Le siguió un desfile de canciones, cuyo orden de interpretación quedó perdido en un papel que este humilde reportero perdió, junto con su gafete de prensa, en el inescapable mosh.
“Ya no querrás abandonar el tren”
Es difícil reseñar un concierto desde el mosh pit, pero la tarea se simplifica si se abandona intencionalmente la objetividad. Como dice la letra “¿Qué voy a hacer?” ante la presencia de Bohemia Suburbana, banda clásica -si la hay- del rock chapín de los noventa.
Giovanni Pinzón, siempre es un espectáculo, se movía en todo el escenario. A su lado, Álvaro Rodríguez y Rudy Betahncourt, se mostraban serios y concentrados en sus instrumentos. En el otro extremo estaba Rafael Echeverría, baterista invitado. Frente a él, el persistente Piolly se disfrutaba el concierto en el bajo, saludando a quienes le saludaban y coreando para sí las canciones. Sólo descansó, junto a Echeverría, cuando Bethancourt tomó la guitarra acústica y pasó al frente del escenario para interpretar, con Pinzón y Rodríguez, Aire, con El jardín como intro.
En una entrevista televisada, Giovanni Pinzón afirmaba que no tocarían las canciones que a ellos les gustaban, sino las que el público pedía y merecía. En efecto, las canciones de Mil palabras con sus dientes abundaron, sin los arreglos complejos de los conciertos del Aquí diez años… De Sombras en el jardín sonaron Del fin y Nadie sabe; de Sub, Mira qué gris y Herir sin darse cuenta. Al final, BS se despidió con un “¿cómo saber si eres pez o iguana?”.
“¿Entonces qué?”
preguntó Giovanni al regresar al escenario para un encore de una sola canción. El grito, sin duda fue la canción más pedida de la noche. Echeverría no decepcionó al arrancar con tan característico beat, la canción que se extendió por varios minutos. Pinzón incluyó algunas frases en el medio: “En Guatemala hay mucha bala”, cantó enviando un mensaje por la paz en el país, antes de entonar por última vez el coro de este nuevo himno de la banda.
Y entonces, terminó. Sin pena. Después de una noche de acción, la mayoría se quedó con ganas de alguna que otra canción, y tras la promesa de nuevas presentaciones (sin especificar si dentro o fuera del país) Bohemia volvió a decir, buenas noches.