Don Lucio era el albañil de confianza de mi papá. Cuando yo era pequeño, recuerdo que llegaba a hacer varios trabajos de construcción a mi casa. Una vez, mientras trabajaba en unas gradas, empezó a repellar la parte de debajo de las mismas. Mientras lo hacía, mi papá observó el cuidado que le ponía a aplicar la mezcla de cemento. Mi papá estaba acostumbrado a la buena calidad de la obra de Don Lucio, pero le extrañó el empeño con el que el experto albañil trabajaba en esa parte de la construcción que no se veía. Cuando le hizo la observación, la respuesta de Don Lucio se grabó en nuestras memorias para la posteridad: “Se acostumbra la mano, Don Jorge”, le dijo. “Se acostumbra la mano”.
La anécdota me vino a la mente cuando estudiantes de la asociación Human’isa viajaron desde Francia para construir un Puesto de Salud en Buena Vista, aldea de Barberena, Santa Rosa. A través de TECHO Guatemala, y gracias al trabajo de la Mesa de Trabajo de Buena Vista, conformada por vecinos de la comunidad y voluntarios de la fundación, se realizaron las gestiones para que Human’isa trabajara el proyecto, que además de la construcción del nuevo puesto de salud, incluyó la ampliación del Centro de Salud ya existente en el pueblo de Barberena.
Desde hacía meses, los 43 jóvenes de Human’isa, chicos y chicas estudiantes de último año de la Escuela de Ingeniería ISA BTP de la Université de Pau et des Pays de l’Adour, trabajaron en el diseño del proyecto, además de recaudar los fondos para llevarlo a cabo. Finalmente, en la tercera semana de febrero, llegaron a Guatemala para ejecutar la obra.
No está de más contarles la alegría con la que fue recibida la brigada en la comunidad. Creo que toda Barberena se percató de la peculiar invasión vasco-francesa. En Buena Vista, las vecinas se organizaron para llevarles la refacción a media mañana. Los niños llegaban todos los días a hacerles compañía. Albañiles de la comunidad –expertos como Don Lucio– colaboraron en el repello del edificio y otras tareas puntuales.
La última vez que fui a la obra antes de su inauguración fue un miércoles. Ese día tuvimos una reunión con la Mesa de Trabajo y salimos de la comunidad a las 11 de la noche. A esa hora, un grupo de estudiantes llegó a su turno de trabajo en un microbús (Buena Vista está a unos 20 minutos de distancia del centro de Barberena).
Francamente, pensé que no les iba a dar tiempo de terminar. Pero tres días después, cuando llegamos por la mañana del sábado, me encontré con el puesto de salud más bonito que he visto en mi vida. El Puesto de Salud «Estrella» fue inaugurado en Buena Vista el 2 de abril de 2016.
Lo que empezó como el trabajo de graduación de un grupo de estudiantes de Ingeniería Civil se convirtió en un sueño hecho realidad para Buena Vista. Las lecciones aprendidas en esos meses de trabajo solidario y fraterno serán de sumo valor para los retos futuros de los voluntarios y de los mismos habitantes de Buena Vista, quienes a través de la Mesa de Trabajo de TECHO, se encargarán del traspaso del puesto de salud al Ministerio de Salud, para su puesta en funcionamiento.
Mientras tanto, el trabajo de la Mesa de Trabajo de Buena Vista continúa. El avance es lento, pero los logros significativos (que la Municipalidad conectara el agua, por ejemplo). El Puesto de Salud ha servido para jornadas de peso y talla de niños, jornadas de salud reproductiva para mujeres, una jornada oftalmológica y la ocasional reunión informativa de TECHO. Cada vez que podemos, hacemos limpieza. Un año después, aún me impresiona el empeño que el equipo francés puso en una obra que quedaría a más de 8000 kilómetros de distancia de su hogar…
Entonces me acuerdo de Don Lucio.
Y es que caí en cuenta que los futuros ingenieros e ingenieras descubrieron la verdad que Don Lucio conocía: que al trabajar con excelencia, aún en los lugares más recónditos, se acostumbra la mano.