De vuelta en el Escena Indio, llegó el momento de complacer la nostalgia noventera de la música en inglés. The Cardigans arrancaron su concierto con las notas de «Sweet Child of Mine» para dar paso a las clásica «Erase / Rewind». Después de cantar a gritos «Lovefool» junto a Nina Persson decidí moverme de escenario, a sabiendas de que la única canción conocida que me perdería sería «My favourite game». Además, tengo entendido que esta banda sueca no ha publicado nueva música desde hace unos quince años.
Desde el escenario Doritos sonaban las notas de «Estático» de Zurdok, interpretadas en solitario por el exvocalista de la banda, Chetes. Pero no había tiempo para eso. Había que regresar al escenario Vive Vero para una presentación sin precedentes en el Vive Latino. El único show en presentarse en los dos días del festival. Desde Titiritlán (más bien, desde Chile), llegó ese escuadrón formado de pura creatividad y peluche conocido como 31 Minutos.
31 Minutos fue originalmente concebido como un programa de televisión para niños. El programa sigue al equipo de un noticiero que presenta las historias más absurdas posibles y los éxitos musicales más estrafalarios. Tulio Triviño, Juan Carlos Bodoque, Patana Tufillo y Juanín Juan Harry, entre otros, son parte del elenco, interpretados por Pedro Peirano, Álvaro Díaz, Alejandra Dueñas y Rodrigo Salinas. A estos artistas se les unen Daniel Castro, Pablo Ilabaca y muchos músicos y titiriteros más, que montan un show espectacular.
Aunque las canciones del show están interpretadas por personajes como Pepe Lota, Coágulo Espátulo, La Corchetis o Freddy Turbina, el escenario permitía ver por momentos a los interprétes, lo cual sumaba mucho a la experiencia de música en vivo. En conjunto, el nuevo show de 31 Minutos que se inauguró ese sábado es una maravilla del arte titiritero, que disfrutamos adultos y niños por igual.
Dicen que los shows en vivo son el nuevo «hábitat natural» de 31 minutos. Enhorabuena. No se me ocurre mejor forma de disfrutar la calidad de sus composiciones. El nuevo show titulado «Yo nunca vi televisión», arrancó con una nueva composición original que resume varias historias del programa:
Vivimos de la desgracia ajena,
es cierto: nos da pena
tenemos corazón
pero si algo es noticia no hay dolor
pero si algo es noticia es lo mejor.
Podría apelar a la nostalgia para justificar que un señor de 36 años estuviera cantando todas las canciones de un show de títeres, pero la verdad este no es el caso. Aparte de algunas canciones o clips sueltos, yo nunca vi 31 Minutos cuando se transmitía en la televisión. Mi interés en el programa no surgió sino hasta que lo anunciaron en el cartel del Vive. Pero solo fue cuestión de ver la cuarta temporada en Netflix para convertirme en un fan de su humor y de sus canciones.
Infinidad de momentos mágicos afianzaron mi obsesión por 31 Minutos. Pablo Ilabaca haciéndose un queso en el escenario al cantar «Ríe». El perro Duque empezando «Doggy Style» con las notas (una vez más) de Für Elise. Un fragmento de «Querida» de Juan Gabriel insertada en «Diente blanco, no te vayas«. Una marioneta muy parecida a Slash tocando notas de AC/DC. Y qué decir de las maravillosas interpretaciones de Alejandra «Jani» Dueñas. Todo esto complementado con excelentes animaciones e iluminación. ¿Fue perfecto? No., sería imposible hacer un show así de innovador sin fallos. ¿A alguien le importó? Tampoco. Niños y niñas de todas las edades nos disfrutamos el show por igual. Además este es sólo el comienzo de una nueva y prometedora étapa de estos dignos herederos de Guiñol. Aunque el resto de sus presentaciones fueros pospuestas por el nuevo coronavirus, se vislumbra un futuro prólifico para el show de 31 Minutos.
Todos los episodios, la película y los videoclips del show se pueden ver en YouTube. Sus álbums de estudio y en vivo están disponibles en Spotify. No puedo recomendarlos lo suficiente.