Me preocupé cuando mi papá me dijo que Locas por el dinero ha sido la mejor película que han visto con mi mamá en lo que va del año. Y no es que la película le haya gustado mucho, sino que han visto muchas películas malas a lo largo de estos seis meses. Varias comedias románticas inteligentes (Simplemente no le gustas) y dramas excelentes (El niño de la pijama de rayas) que hubiesen sido más de su agrado pasaron desapercibidos en cartelera y no fueron propiamente reseñados en su debido tiempo por su servidor. Mea culpa.

Arrepentido ante tal situación, me propuse escribir acerca de una de estas películas, que parecieran rellenar los pequeños espacios que dejan en cartelera las mega producciones del verano hollywoodense. En vez de ver Locas por el dinero vi Loca por las compras o Confessions of a Shopaholic, en la que Isla Fischer (Wedding Crashers y Definitely, Maybe) personifica a Rebeca Bloomwood, una periodista con una grave adicción a las compras.

Cuando la revista en la que trabaja se declara en la quiebra, Rebeca consigue accidentalmente un empleo en una revista financiera. Aun cuando no sabe nada de finanzas ni le interesa el tema, acepta el trabajo por la necesidad de pagar las deudas abismales de sus tarjetas de crédito, y con la esperanza de conseguir un puesto en la revista de modas de sus sueños.

Con pequeñas críticas al consumismo y un despliegue de moda à la Devil Wears Prada, la película dista mucho de lograr una reflexión acerca de la adicción a las compras. Demasiado pedir para una comedia, claro. Sin embargo, las insípidas escenas de humor físico (bailes torpes y demás) sí son reprochables: no son mayoría, pero interrumpen la historia sin aportar nada. El desarrollo de la trama es algo obvia e incluso fantasiosa. Un posible punto en contra para quienes buscan precisamente una opción fuera de los géneros de fantasía. Para eso, creo que les convendría seguir buscando… o atreverse a ver Terminator.