Nadie escoge a los hombres lobo. Los hombres lobo son peludos, feos y huelen a chucho cuando no se bañan. En cambio los vampiros son sexy y seductores… pero no siempre fue así. Mucho ha cambiado desde la primera aparición de los vampiros en la pantalla. El primero, que aparece en el clásico de terror Nosferatu (1922), es el conde Orluk, un tipejo calvo, dientudo y con los dedos larguiruchos. De él a la bella Kate Beckinsale como la vampiro Selene en la primera entrega de Underworld, hay más de ochenta años y cientos de películas más.

Todavía recuerdo a Selene saltando desde lo alto de una torre al comienzo de esa película. Vestida de botas y cuero, es una mezcla entre el Drácula de Bram Stoker y Trinity de The Matrix. Aunque no vi la segunda entrega de la saga, esto no fue necesario para entender Underworld: Rise of the Lycans. Lo único que tienen que saber es que los vampiros no se llevan bien con los licántropos (término políticamente correcto para llamar a los hombres lobo).

Esta nueva película explica el origen de la guerra entre ambas razas, el cual no podía ser otro sino el “romance” entre la princesita vampiro y el hombre lobo esclavo (Rhona Mitra y Michael Sheen).

La historia se enfoca bastante en la temática de la integración, la lucha independista y ese tipo de cosas que les podrían interesar a las sociedades protectoras de animales u organizaciones políticas pro-licántropos. Sarcasmo aparte, el argumento es algo cursi y pseudo profundo para lo que en realidad es la película: Vampiros vs. Hombres lobo.
En cuanto a la realización, Rise of the Lycans ofrece todo lo que una producción con buen presupuesto puede. Buenos efectos de gente convirtiéndose en perros grandotes; peleas con espadas, ballestas, garras y colmillos; y un diseño de producción (escenarios, vestuario, etc.) bastante interesante. No recomendada para vegetarianos.